"Uno no
alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la
oscuridad. Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como
destino. No hay luz sin sombra, ni totalidad psiquica exenta de imperfecciones,
para que sea redonda, la vida no exige que seamos perfectos si no completos, y
para ello se necesita la espina en la carne, el sufrimiento de defectos sin los
cuales no hay progreso ni ascenso. " - Carl G. Jung.
"Aceptar nuestra sombra, liberarnos de
su dominio y reconciliarnos con ella forma parte del camino de individuación,
de la integración del Sí mismo auténtico. Cuanto más rígidamente estemos
identificados con nuestro ego, cuanto más cristalizada se halle nuestra
personalidad, más sombra arrojaremos, más dificultades tendremos para
reconocerla y más amenazados nos sentiremos por ella”
“El hecho de querer afrontar e
integrar nuestra sombra nos obliga a reconocer la totalidad de nuestro ser, que
contiene el bien y el mal, lo racional y lo emocional, lo masculino y lo
femenino, lo consciente y lo inconsciente. El proceso de llegar a ser personas
completas y únicas requiere abrazar la luz y la oscuridad al mismo tiempo, albergar
e integrar las polaridades que conforman la vida”
Casa de huéspedes
Este ser humano es una casa de huéspedes.
Cada mañana una nueva llegada.
Un gozo, una depresión, un significado,
Alguna conciencia momentánea viene,
Cual visitante inesperado.
Dales la bienvenida y entretenlos
Incluso si son un cúmulo de penas
Que violentamente dejan tu casa
Vacía de muebles.
Sigue tratando a cada huésped honorablemente,
Tal vez te deje el camino libre para una nueva dicha.
El pensamiento oscuro la vergüenza, la malicia,
Recíbelas en la puerta riendo,
E invítalas a pasar.
Agradece todo lo que llegue,
Porque todo ha sido enviado
Como guía del más allá.
Rumi
Lo inaceptable está presente
La sombra familiar son aquellos
aspectos, sentimientos y actitudes que la familia considera inaceptables para
su imagen ideal, y que por ello rechaza. En algunas familias se permite la
expresión de la agresividad o la tristeza, mientras que en otras se desaprueba
su manifestación. Hay familias en las que no se censura hablar sobre sexualidad,
en cambio en otras es inaceptable expresar afecto o mostrarse vulnerable. Cada
uno puede reconocer qué rasgos o características eran inadmisibles en su
familia de origen y han permanecido excluidos de la propia vida.
Hemos interiorizado que determinados
aspectos son «feos» o «malos», y sin embargo la sombra contiene capacidades
potenciales sin manifestar, cualidades que no se han desarrollado ni expresado.
Es más, esta parte inconsciente que rechazamos porque no la podemos asumir,
cuando la vemos en los demás nos proporciona todo tipo de malestares y
conflictos.
Para iluminar ese potencial que se
halla en la oscuridad e integrarlo es imprescindible en primer lugar
reconocerlo. Trabajar con la sombra implica aceptar lo que hay en cada uno de
nosotros: agresividad, ansias de poder, envidia, arrogancia. Ahora bien,
aceptar no significa vivir la sombra sino simplemente reconocer lo que no se
corresponde con la idea e imagen que he construido de mí. Todos estos
contenidos han de ser reconocidos, aceptados e integrados porque, mientras
estén reprimidos, actúan en nuestra contra. La sombra puede llegar a ser una
amiga generosa si la acogemos, pero una enemiga peligrosa cuando la ignoramos y
no la tenemos en cuenta.
Realmente el trabajo con la sombra
supone acceder a nuestro potencial inconsciente, lo que posibilita ampliar en
muchos aspectos una identidad limitada. Cuando accedemos a la sombra conectamos
con nuestras capacidades ocultas, aumentamos el conocimiento de nosotros
mismos, nos liberamos de la culpa y la vergüenza, y nos aceptamos de una manera
más completa. Al incorporar la sombra podemos dar cauce de una forma más sana a
nuestras reacciones y sentimientos, somos capaces de reconocer nuestras
proyecciones y, como consecuencia, relacionarnos de un modo más saludable y
sincero con los demás.
Un procedimiento para trabajar con la
sombra es establecer diálogos imaginarios con ella, exagerando aquellos rasgos
que excluimos, teatralizando. Así, vamos reconociéndola y podemos ir
integrándola, ampliando nuestra conciencia, para que pase a formar parte de
nuestra vida cotidiana.
Aceptar nuestra sombra, liberarnos de
su dominio y reconciliarnos con ella forma parte del camino de individuación,
de la integración del Sí mismo auténtico. Cuanto más rígidamente estemos
identificados con nuestro ego, cuanto más cristalizada se halle nuestra
personalidad, más sombra arrojaremos, más dificultades tendremos para
reconocerla y más amenazados nos sentiremos por ella.
El trabajo con la Sombra toma
diferentes formas: pero todo parte de la sinceridad ante nosotros mismos. No
podemos conocernos plenamente si no nos decimos la verdad. A partir de ahí
empieza un largo camino de integración vital con nuestros aspectos menos
agradables, pero igualmente necesarios… e inevitablemente presentes.
De hecho, y como acertadamente nos
cuenta John Pierrakos en uno de sus libros, “ quien pretenda dedicarse a lo
espiritual sin haber trabajado antes sus facetas negativas – sus defensas y sus
resistencias egoicas – quizás consiga volar alto como Ícaro pero cuando se
aproxime al ardiente sol se desplomará pesadamente en el mar de la vida donde
acabará ahogándose”.
Sólo hablando con nuestra Sombra
podremos ser verdaderamente libres y completos.