lunes, 26 de marzo de 2012




"Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad. Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino. No hay luz sin sombra, ni totalidad psiquica exenta de imperfecciones, para que sea redonda, la vida no exige que seamos perfectos si no completos, y para ello se necesita la espina en la carne, el sufrimiento de defectos sin los cuales no hay progreso ni ascenso. " - Carl G. Jung.




"Aceptar nuestra sombra, liberarnos de su dominio y reconciliarnos con ella forma parte del camino de individuación, de la integración del Sí mismo auténtico. Cuanto más rígidamente estemos identificados con nuestro ego, cuanto más cristalizada se halle nuestra personalidad, más sombra arrojaremos, más dificultades tendremos para reconocerla y más amenazados nos sentiremos por ella”
 
“El hecho de querer afrontar e integrar nuestra sombra nos obliga a reconocer la totalidad de nuestro ser, que contiene el bien y el mal, lo racional y lo emocional, lo masculino y lo femenino, lo consciente y lo inconsciente. El proceso de llegar a ser personas completas y únicas requiere abrazar la luz y la oscuridad al mismo tiempo, albergar e integrar las polaridades que conforman la vida”



Casa de huéspedes

Este ser humano es una casa de huéspedes.
Cada mañana una nueva llegada.

Un gozo, una depresión, un significado,
Alguna conciencia momentánea viene,
Cual visitante inesperado.

Dales la bienvenida y entretenlos
Incluso si son un cúmulo de penas
Que violentamente dejan tu casa
Vacía de muebles.

Sigue tratando a cada huésped honorablemente,
Tal vez te deje el camino libre para una nueva dicha.

El pensamiento oscuro la vergüenza, la malicia,
Recíbelas en la puerta riendo,
E invítalas a pasar.

Agradece todo lo que llegue,
Porque todo ha sido enviado
Como guía del más allá.

Rumi


Lo inaceptable está presente

La sombra familiar son aquellos aspectos, sentimientos y actitudes que la familia considera inaceptables para su imagen ideal, y que por ello rechaza. En algunas familias se permite la expresión de la agresividad o la tristeza, mientras que en otras se desaprueba su manifestación. Hay familias en las que no se censura hablar sobre sexualidad, en cambio en otras es inaceptable expresar afecto o mostrarse vulnerable. Cada uno puede reconocer qué rasgos o características eran inadmisibles en su familia de origen y han permanecido excluidos de la propia vida.

Hemos interiorizado que determinados aspectos son «feos» o «malos», y sin embargo la sombra contiene capacidades potenciales sin manifestar, cualidades que no se han desarrollado ni expresado. Es más, esta parte inconsciente que rechazamos porque no la podemos asumir, cuando la vemos en los demás nos proporciona todo tipo de malestares y conflictos.

Para iluminar ese potencial que se halla en la oscuridad e integrarlo es imprescindible en primer lugar reconocerlo. Trabajar con la sombra implica aceptar lo que hay en cada uno de nosotros: agresividad, ansias de poder, envidia, arrogancia. Ahora bien, aceptar no significa vivir la sombra sino simplemente reconocer lo que no se corresponde con la idea e imagen que he construido de mí. Todos estos contenidos han de ser reconocidos, aceptados e integrados porque, mientras estén reprimidos, actúan en nuestra contra. La sombra puede llegar a ser una amiga generosa si la acogemos, pero una enemiga peligrosa cuando la ignoramos y no la tenemos en cuenta.


Realmente el trabajo con la sombra supone acceder a nuestro potencial inconsciente, lo que posibilita ampliar en muchos aspectos una identidad limitada. Cuando accedemos a la sombra conectamos con nuestras capacidades ocultas, aumentamos el conocimiento de nosotros mismos, nos liberamos de la culpa y la vergüenza, y nos aceptamos de una manera más completa. Al incorporar la sombra podemos dar cauce de una forma más sana a nuestras reacciones y sentimientos, somos capaces de reconocer nuestras proyecciones y, como consecuencia, relacionarnos de un modo más saludable y sincero con los demás.

Un procedimiento para trabajar con la sombra es establecer diálogos imaginarios con ella, exagerando aquellos rasgos que excluimos, teatralizando. Así, vamos reconociéndola y podemos ir integrándola, ampliando nuestra conciencia, para que pase a formar parte de nuestra vida cotidiana.

Aceptar nuestra sombra, liberarnos de su dominio y reconciliarnos con ella forma parte del camino de individuación, de la integración del Sí mismo auténtico. Cuanto más rígidamente estemos identificados con nuestro ego, cuanto más cristalizada se halle nuestra personalidad, más sombra arrojaremos, más dificultades tendremos para reconocerla y más amenazados nos sentiremos por ella.


El trabajo con la Sombra toma diferentes formas: pero todo parte de la sinceridad ante nosotros mismos. No podemos conocernos plenamente si no nos decimos la verdad. A partir de ahí empieza un largo camino de integración vital con nuestros aspectos menos agradables, pero igualmente necesarios… e inevitablemente presentes.
De hecho, y como acertadamente nos cuenta John Pierrakos en uno de sus libros, “ quien pretenda dedicarse a lo espiritual sin haber trabajado antes sus facetas negativas – sus defensas y sus resistencias egoicas – quizás consiga volar alto como Ícaro pero cuando se aproxime al ardiente sol se desplomará pesadamente en el mar de la vida donde acabará ahogándose”.
Sólo hablando con nuestra Sombra podremos ser verdaderamente libres y completos.









jueves, 22 de marzo de 2012

De máscaras y sombras.

"Dentro de cada uno de nosotros, por consiguiente, está la voluntad de saber quiénes somos en realidad. Nuestra alma tiene el impulso de reestablecer el vínculo con nuestra naturaleza más íntima, conocerla y vivirla. Nosotros tenemos el impulso innato de llegar a la perfección, de vivir plenamente nuestro potencial humano, impulso que, cuando no se contradice, nos conduce a niveles de realidad cada vez más profundos, más allá del sujeto de la personalidad, del yo separado."

Sandra Maitri


Cada persona utiliza las características de su temperamento innato de la mejor manera que sabe para adaptarse y sobrevivir a las dificultades de los primeros años de vida. En el proceso de adaptación a este mundo nos vamos desconectando de nuestra esencia y este vacío, este no saber quiénes somos en realidad, es lo que intentaremos corregir fabricando nuestra personalidad egótica.




La personalidad vendría a ser todo aquello adquirido: nuestras conductas automáticas, rigidizadas e inconscientes: nuestra máscara. La personalidad se va desarrollando como una estrategia de adaptación, defensa y contra manipulación del medio donde uno se desenvuelve. En la medida que más nos identificamos con nuestra personalidad nos vamos desconectado u olvidando de nuestra verdadera naturaleza.

La Esencia es ese aspecto de nuestro ser que transciende nuestra personalidad; nuestra naturaleza innata. Conlleva una calidad universal, y sirve como contacto con lo transpersonal o espiritual. Es nuestro verdadero rostro, nuestro Sí Mismo real. Podríamos decir también que nuestra esencia es la capacidad o potencial organísmico y autoregulatorio capaz de operar de forma libre y espontánea dependiendo de la situación y del momento actual.


"Cada persona desarrolla un estilo de personalidad para compensar la falta, el vacío ontológico que se sitúa en el corazón del ego."

Oscar Ichazo.


La máscara : La sociedad nos exige ciertas actitudes y conductas para ser aceptados en ella. Jung explica cómo se moldea la imagen de cada individuo a través del concepto de persona, aquella faceta de la personalidad que representa nuestra imagen pública. La persona responde a las exigencias sociales, es la "máscara" que nos ponemos para salir al mundo.

Comienza por ser un arquetipo y con el tiempo la vamos asumiendo como propia, hasta que llega a ser parte de nosotros mismos. Esta máscara se convierte en una verdad donde lo individual -lo original- es mal visto o desaparece (es reprimido) y eso que nos hace diferentes del colectivo, pasa al inconsciente, transformándose en "lo disfuncional" de la personalidad.


La palabra "personaje" se asocia al papel que representa un actor en el escenario. Así, en cada situación social el individuo desempeña "personajes" diferentes, usa diferentes máscaras: es amable y sonríe como un "buen niño", es soez con quien le grita en el tránsito, actúa con indiferencia con algunos y pasa por tonto con otros.

Así, la máscara sirve para cubrir la vida íntima del individuo frente a los demás, y al mismo tiempo le permite adaptarse al medio en los términos que más le convienen. Para ello hay que sacrificar muchos factores humanos individuales (instintos, formas de pensar y sentir) a favor de esa "imagen ideal" que necesita reflejar el individuo. En su mejor expresión, la máscara constituye la "buena impresión" que todos queremos dar al colectivo.

Pero, en su peor manifestación, puede confundirse incluso con nosotros mismos; es decir, algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser o lo que los demás esperan que seamos, generando conflictos y contradicciones internas. Pues ¿hasta qué punto seguimos siguen el patrón social manera "sana"? y ¿en qué medida esta máscara llega ser una fuente de neurosis?

A veces con dolor y desgaste el hombre llega a alienarse de sí mismo en beneficio de una personalidad artificial "adaptativa". Quienes en la vida social se presentan como "fuertes", "de hierro", son en el fondo, y quizá lo muestran en su vida privada, "niños" vulnerables, tímidos y algo melancólicos. Y otros que como se dice "parecen no romper un plato" llevan dentro de sí mucha ira, resentimiento y sed de venganza.



La "sombra"
Según Jung, la "sombra" es una zona oculta de nuestra personalidad, nuestro lado más oscuro. Se manifiesta en sentimientos e ideas que el mismo individuo considera censurables, irritantes, desagradables y destructivos, a partir de lo que socialmente aprende como "bueno" y "malo".

Todos poseemos una sombra y, de una manera u otra, tratamos de inhibirla, negarla o rechazarla. Así, podemos llegar a ignorar lo que nuestra sombra contiene. A veces necesitamos que ocurran ciertos eventos en nuestra vida que nos revelen esa zona oscura, inhibida de la personalidad. Es cuando escuchamos decir: "Yo no sabía que era capaz de odiar tanto", "No sé cómo pude hacer algo tan estúpido", "Perdí el control", etc.

En algunos casos tenemos un cierto conocimiento de nuestra sombra, pero ignoramos sus alcances. En otros, existe una total negación: ¡No! yo no soy así... "Nunca haría eso". O proyectamos nuestra sombra en otros, asignando a otras personas ciertos rasgos que rechazamos en nosotros mismos.

Confrontar nuestra sombra puede ser una revelación, un descubrirnos a nosotros mismos y es la única forma de iniciar un proceso transformador, de sanación. Conocerla debe suscitar una intención de cambio y corrección dirigida hacia modelos funcionales y armónicos de vida. Ceder mansamente ante el poder de la sombra sobre nuestra personalidad es entregarse, es no intentar superarnos.

Como dijimos todos poseemos una sombra que abarca en general todas aquellas cosas de las cuales uno no se siente para nada orgulloso. Estas características no reconocidas en uno, a menudo se perciben en los demás a través del mecanismo de proyección, el cual consiste en observar las propias tendencias inconscientes en otras personas. Debido a la dificultad de reconocer y aceptar nuestra propia sombra, este mecanismo de proyección es una de las formas más recurrentes y negativas de no trabajar los propios defectos y adjudicar éstos sólo a los demás.

El ser humano proyecta, en un mal anónimo que existe en el mundo exterior, todas las manifestaciones que salen de su sombra, porque tiene miedo de encontrar en sí mismo la verdadera fuente de toda desgracia. Todo lo que el ser humano rechaza pasa a su sombra que es la suma de todo lo que él no quiere, pero debe ocuparse en forma muy especial de estos aspectos, pues al rechazar en su interior un principio determinado, cada vez que lo encuentre en el mundo exterior desencadenará en él una reacción de repudio.
 Sumado a esto, la sombra está expuesta a contagios colectivos, debido a que el individuo es seducido por el anonimato del grupo y se deja llevar por la masa desenfrenada, en esta masa anónima, la personalidad puede expresar lo reprimido o sus aspectos no reconocidos bajo el amparo y aprobación del grupo.

El emprender este difícil camino de enfrentar, reconocer, integrar y trabajar con nuestra sombra es necesario para el conocimiento y realización total de uno mismo, proceso al que Jung denominó el proceso de individuación. La confrontación de la conciencia con su sombra es una necesidad terapéutica y, en realidad, el primer requisito para cualquier método psicológico completo. Vale la pena pasar por este proceso de llagar a un acuerdo con “El Otro” que hay en nosotros, porque así logramos conocer aspectos de nuestra naturaleza que no aceptaríamos, que nadie nos mostrará, y que nosotros mismos jamás admitiríamos.












miércoles, 21 de marzo de 2012


"El ave lucha para salir del huevo. El huevo es el mundo. Quien quiera nacer, deberá primero destruir un mundo. El ave vuela a Dios. El nombre de ese Dios es Abraxas."

Demian  de Hermann Hesse.



Siempre supe que las normas del rebaño no iban conmigo, pero no por eso debía convertirme en un lobo feroz. Pues eso es lo que se espera de alguien que no esta de acuerdo con el “modus vivendus” masificado del rebaño, se espera que se convierta en un “contra”, un “subversivo”, un inadaptado, un antisocial, un marginal…y es así que paradójicamente se le integra en contra de su deseo a la ley del rebaño etiquetándolo de “psiquiatico”o de lo que sea…
La perversidad del sistema lo traga y lo incorpora como mártir, loco o “artista”.
Yo opte por otro camino: el de estar en el mundo pero no pertenecer al mundo.
En determinado momento de mi vida descubrí que este mundo no es “tan real” como me lo dictan mis sentidos personales y mucho menos como lo muestran los medios de información, educadores, profesores, padres, políticos, religiosos y demás actores sociales.
Mejor dicho la vida incluye todo eso que nos enseñaron y transmitieron pero es mucho, muchísimo  más que las percepciones  distorsionadas con que nos condicionaron.
Krishnamurti  señalo que no es un signo de salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma. Pero la realidad es que generación tras generación venimos heredando condicionamientos para adaptarnos a esta sociedad enferma.
Hoy comienzo este espacio para compartir la experiencia de retornar a la esencia.
La invitación es a recorrer el camino de regreso a nuestro ser esencial mas allá de la Matrix en la cual nos vemos envueltos.
Bienvenidos!!!