La felicidad como objetivo funciona mal. Toda vida tiene una
dosis de sufrimiento ineludible como la frustración, la enfermedad y la muerte.
Decirle a un niño que tiene como objetivo ser feliz es estafarle.
¿Entonces, qué hay que decirle?
Que la felicidad sucederá, pero que no es la norma. Lo cabal
es saber y aceptar el sufrimiento inevitable (porque mucho sufrimiento procede
de no aceptarlo), y evitar al máximo el innecesario. Estamos siempre
coleccionando excusas para ser infelices.
Sí, qué estupidez.
Todo el sufrimiento inútil que padece el género humano, y
que es mucho, procede de la estupidez emocional: falta de empatía, intolerancia
a la frustración, crítica gratuita indiscriminada, victimismo, autodesprecio,
envidia, compulsión, obstinación, agresividad, adicción a la infelicidad...
¿La estupidez engendra todas esas cosas y se alimenta de
ellas?
Sí, pero una vez la detectas y reconoces, puedes prevenirla.
Lo primero que hay que saber es que nadie está exento de ella, todos cometemos
estupideces alguna vez.
Bien, mensaje recibido.
La estupidez es muy común. Como sociedad la vemos en las
guerras o en la destrucción del planeta; en la familia, cuando nos atacamos
psicológicamente o somos poco empáticos, y eso lo veo mucho en terapia de
pareja: uno se queja del otro, cuando con pensar en el otro todo se
solucionaría.
¿El estúpido se sabe estúpido?
Por naturaleza la estupidez se blinda, el estúpido
emocional se especializa en criticar, ve la estupidez ajena y se concentra en
ella: es más cómodo. Son personas rígidas en su pensamiento que se mueven en
dicotomías del tipo bueno-malo, y muy susceptibles
¿La estupidez aumenta con la práctica?
Sí. Para justificar una estupidez se suele incurrir en otra,
y es muy contagiosa.
¿?
Si respondo a un bocinazo (una estupidez, porque está
generando un sentimiento negativo), me estoy contagiando de su estupidez.
Entiendo.
La única manera de no contagiarse es reconociéndola. Debería
existir la asignatura de estupidología, porque dedicamos muy poca energía a un
fenómeno que condiciona nuestras vidas y sociedades.
No me parece una idea descabellada.
La estupidez es irracional como la crítica gratuita. Yo
diría que tanto critica una persona a los ausentes, tanto está instaurada en la
estupidez. Y hay grandes mentes muy estúpidas que siembran a su alrededor
sentimientos negativos innecesarios.
¿Cómo detectarla?
Cuando causamos o padecemos un sufrimiento inútil. Por
ejemplo, el hombre o la mujer que ante una separación utiliza a sus hijos en
contra del otro haciendo sufrir a todo el mundo. Semejante estupidez hay que
reconocerla y evitar entrar en una escala de estupideces.
Deme claves.
La conciencia de los propios sentimientos, darse un espacio
para observar los pensamientos, porque si soy consciente de cómo me siento
puedo controlar.
El autocontrol es difícil.
Una gran herramienta es compartir, poder poner en común
temas personales con otros. Es impactante ver como terceros pueden intuirte y
darte buenos consejos. Somos mucho más transparentes de lo que creemos, lo que
pasa es que nos han enseñado a desoír esa inteligencia intuitiva, lástima,
porque todo eso que no se dice es más importante que lo que se dice.
¿El autoengaño es la mayor estupidez?
Sí, y contra eso sólo podemos autoeducarnos día tras día.
Albert Ellis, creador de la terapia racional emotiva, decía que todo el
sufrimiento humano procedía de las ideas irracionales que no son más que
exigencias: “Los demás tienen que comprenderme...”.
Pero la cosa funciona al revés...
Exacto, para los demás nuestros problemas son de una levedad inconmensurable. Hasta que aceptamos esto, nos vamos neurotizando cada vez más.
Solemos ser víctimas de nuestra propia manera de pensar.
Sí, nos tomamos muy en serio. Además, nuestra colección de excusas para sufrir se retroalimentan. La verdadera causa de la perpetuación de cada discurso es que se obtiene algo de él aunque sea insatisfactorio, por ejemplo: que las cosas me vayan mal me permite seguir quejándome.
Hablemos de la paradoja: si persigues el sombrero, él
insiste en irse volando.
Así son las relaciones humanas: es nuestra pretensión la que
genera el problema. Nuestra propia insistencia genera la reacción contraria.
Pero la paradoja es la base del humor, y la estrategia más inteligente y airosa
de superar una forma de relacionarse estúpida es el sentido del humor.
¿Se le ocurre cómo cultivarlo?
Estando con personas que lo tienen, porque el sentido del
humor es un deporte de dos.
Hay quien teme pasar por estúpido.
Tolerar algo no significa que nos parezca bien, sino
sencillamente que sabemos que sucede y mientras sucede no lo negamos.
¿Qué pregunta debo hacerme a diario?
Cuánto hay en mi vida que estorba o enmaraña: pensamientos,
costumbres, ruido. Alexander Lowen decía que la felicidad es la conciencia de
la propia mejora.
( Entrevista a Paz Torrabadella, psicóloga :Especialista en
estupidez emocional)
El enemigo interior
Para esta especialista en comunicación interpersonal la
estupidez es una enfermedad curiosa, pues no la sufre quien la padece, sino
quienes le rodean, y su fundamento es el tiempo: si alguien repite una
estupidez el suficiente número de veces, acabará considerando que esta actitud
es lo normal, la defenderá y la incorporará, definitivamente, en su día a día.
Tiene un interesante ensayo sobre ella (Estupidez emocional, editorial Vía
Libro), recomendable para afrontarla en nuestro interior, en las relaciones próximas
y en lo social. Organiza grupos -allegados desconocidos- que se reúnen con la
única finalidad de comprenderse ellos mismos para ser menos estúpidos
(www.torrabadella.com)